Santiago Tuxtla, tierra de poetas y declamadores. De ahí viene este libro, en el que Flavio Ramón Mendoza Fragoso nos muestra su visión de la tierra donde nació y de la vida de su gente. En él recrea paisajes, momentos y situaciones de la vida cotidiana de una ciudad que vive en comunión con la naturaleza que la rodea y con la tradición milenaria de la que es orgullosa heredera, sin por ello separarse de la realidad del mundo en el siglo que comienza.
Santiago es una ciudad moderna, pero ha llegado a la modernidad armada con una historia de muchos siglos, enraizada en el corazón y en la conciencia de cada uno de sus pobladores.
Santiago tiene una tradición que se conserva y se renueva cada día en una relación constante de pasado y presente; en la que la rancia estirpe de su raza prehispánica y sus luchas por resistir a la conquista se entremezclan con la imagen y hazañas del apóstol Santiago, cuyo nombre lleva, para generar un mestizaje del que los santiagueños están justamente orgullosos y lo manifiestan en las danzas y los cantos, los juegos y los ritos de sus fiestas patronales.
Su carácter retozón y bullanguero sale a flote en los fandangos, donde bailadores, músicos y versificadores hacen gala de sus respectivas habilidades, porque Santiago tiene también una tradición artística.
Generaciones de poetas se entrelazan en la vida santiagueña. Muchos, quizá, se pierden en el anonimato de un arte popular sin nombre, pero hay otros que trascienden y van dejando constancia de un movimiento que se empeña en alcanzar cada vez mayor altura.
Y motivos no les faltan para enderezar su canto; unos se localizan en su pasado legendario y en sus tradiciones populares; otros en el medio natural que los rodea y su influencia en el modo de ser de su gente.
Santiago tiene un paisaje en el que se conjugan la selva y la montaña, donde agua y tierra se combinan con la lubricidad del trópico para crear, en la naturaleza y en su gente, una vida que empuja hacia delante y que se manifiesta de múltiples maneras.
Santiago también es mar. Aunque no esté a la vista, se nota su cercanía. Está en el aire y en recuerdo. Y en las muchas cosas que comparte con otras poblaciones de la región. Cosas de ayer, de hoy y de siempre.
Y en este ambiente de fecundidad de trópico, de picardía popular, de pasado y presente que se abrazan y se manifiestan juntos en un mismo tiempo, de vitalidad pujante que reclama su espacio y su momento, el numen poético se desborda y da lugar a nostalgias, a reclamos sensuales, a críticas festivas y a crónicas de acontecimientos de la vida cotidiana de ayer y de hoy.
En este marco teje Flavio Ramón Mendoza Fragoso sus poemas. Le canta a Santiago Tuxtla: a su paisaje, a su historia y a su gente, a los que sus sentimientos están profundamente unidos, como él mismo lo dice en la siguiente estrofa de su poema REMINISCENCIAS DE MI PUEBLO:
Te ofrendo, Tuxtla, mi canto
y a tu sencilla mujer
a la madre que amo
a mis amigos del barrio
a los árboles
al campo.
En ECOS DE ATABALES, recrea las luchas de la conquista, simbolizadas en la DANZA DE LOS NEGROS:
Ancianas rabias
-oscuros resabios de cóleras mestizas-
renacen en cada barrio.
Flavio Ramón juega con los ritmos en combinaciones de versos libres y metros repetidos y constantes, para producir sonoridades y cadencias. Sílabas y acentos contribuyen a la musicalidad del conjunto. De cuando en cuando versos más cortos o más largos que los demás, señalan momentos del poema, introducen a ellos o los rematan. Los versos a veces se fraccionan y a veces se traslapan, lo que da lugar a múltiples figuras métricas de arte menor y mayor, en una orquestación de tiempos, acentos, sonidos y silencios que le otorgan al poema majestuosidad sinfónica, rica en colorido y armonía, de las que el lector se va posesionando paso a paso.
Son poemas para leerse varias veces, porque en cada lectura se va captando algo nuevo, hasta integrarse totalmente con la pieza.
Sus temas también son muy variados. Hay poemas de añoranza, de posesión, de entrega, de alegría y de tristeza, de soledad y compañía, de vida y muerte; y en todos ellos, como eje conductor que los sustenta y les da sentido, el amor. Amor que se manifiesta en fuego, devoción y anhelo de vivir, como se muestra en los siguientes fragmentos:
TINTO VINO
Hoy me entrego sin cadenas
ya no tengo más pretextos
no me pidas confesiones
pues yo tengo mis motivos…
no entremos en absurdas
y vanas explicaciones.
14 DE FEBRERO: TE QUIERO
Te quiero desde mi soledad
desde mi silencio.
................................
Te quiero
sin excusas
sin proyectos
sin medidas
sin cadenas
sin reservas
sin mentiras.
ESA NOCHE
¿Qué tiene esa noche?
Esa noche
la tuya
la nuestra...
la de luna llena y sol ardiente
la de mis temores y de tus ensalmos
la de paroxismos
la de risas-llanto...
PERIPLO.
Y crecen las olas y azotan los vientos
perdido navego sin rumbo ni tiempo
atraco en pezones, océanos y mares
timonel seguro de las tempestades.
SOLO
Sin ti... solo.
En la umbría penumbra... solo.
Con mis ojos cansados
y mis labios yertos... solo.
LUCUBRACIONES
Quizá no sea yo.
Quizá... la tarde.
Sí.
Es esta triste
fría
y larga tarde de ardiente sol en primavera.
Flavio Ramón habla con sus muertos cuando el dolor de la pérdida oprime el alma. Su canto tiene entonces resonancias de salmo y ritmos de oración; es un ruego por el descanso eterno del ser querido y un ofrecimiento de salvaguarda de su recuerdo.
LAZOS DE SANGRE
Hola tío Raúl
he venido de Tuxtla
traigo el saludo de los tuyos... de Yolanda.
VELIA
Esta madrugada
Velia-madre
Velia-amiga
nadie te llora como yo
nadie te extraña más que yo.
Pero cuando el dolor se asienta, quedan en la memoria otros motivos para recordarlos, en los que la tristeza y la alegría se amalgaman y reviven momentos compartidos que dejaron fuertes huellas en el pensamiento y las emociones.
BRINDIS POR LOS QUE NO ESTÁN
Propongo un sentido brindis
con nostálgico recuerdo
por nuestros viejos amigos
entrañables compañeros
por los que se adelantaron
al sueño largo y eterno.
Procuremos departir
atenuemos contratiempos
a pesar de las tristezas
tratemos de estar contentos.
También entra en sus reflexiones su propia muerte; la ve como una sombra, su sombra, que le anuncia un momento venidero que tardará mucho o poco, pero que irremediablemente llegará, y dará inicio a una serie de cambios que lo llevarán hasta su destino final: un distante recuerdo.
ALGÚN DÍA...
Hoy mi sombra
la de un vivo o la de un muerto
me recordó lo efímero y frágil de mi cuerpo.
Como puede verse, la temática que aborda FLAVIO RAMÓN MENDOZA FRAGOSO en este libro es muy variada, pero toda ella está ligada a sus vivencias, a la tierra que lo vio nacer y a una amplia visión del mundo y de la vida.
En un poema brevísimo –una estrofa, cuatro versos, seis palabras (no necesita más)- él mismo resume todo el libro:
SABORES
El aire
sabe
a ti
pueblo.
Xalapa, Ver., noviembre de 2005.
Manuel Álvarez Valdez.
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