Fernando Savater plantea en su libro “La aventura de pensar” el origen de las ideas que formaron la cultura occidental. Es un ejemplar en el que uno puede aventurarse fácilmente por un campo difícil. Por ejemplo, hablando de Platón, dice que su pensamiento se basa, precisamente, en la doctrina de las ideas. Es la búsqueda de un mundo donde los universales eternos, inmortales, se conservan y proyectan su influjo conceptual sobre el mundo de la materia. El método del diálogo y la discusión que permiten el análisis para poco a poco conocer algo y luego ir más allá es suyo (lo hereda de Sócrates).
En el PROTÁGORAS, Platón cuenta que Zeus envió a Hermes para repartir entre los hombres los fundamentos esenciales de la civilización: AIDÓS y DIKE. Zeus le indicó a su enviado: “Dales de mi parte una ley: que a quien no sea capaz de participar de AIDÓS y DIKE lo expulsen como a una enfermedad de la ciudad” AIDÓS es el pudor, el sentido moral, el respeto. DIKE es el recto sentido de la justicia. El KRATÓS, por otro lado, es la política, es la fuerza violenta que se impone avasalladoramente para asegurar la estabilidad jerárquica de la propia comunidad y la defensa o propósito de la conquista frente a las comunidades vecinas.
Aristóteles, en cambio, dice Savater, es un espíritu práctico, él se pregunta cuál es la finalidad que debe buscar el ser humano en el mundo. Más allá de los objetivos particulares de nuestra vida, ¿qué es lo que podemos aspirar a encontrar? Y se responde: es la felicidad lo que los seres humanos buscamos, y debe accederse a ella mediante la ética, que a su vez es una reflexión sobre la acción humana. Para alcanzar el estado de felicidad, Aristóteles dice que tenemos que intentar desarrollar virtudes, es decir, hábitos que nos dan fuerza, que nos ayudan a vivir mejor. Finalmente la virtud es lo que nos da fuerza frente a la debilidad, que es el vicio. La virtud es lo que aumenta nuestra fortaleza y por tanto nuestra capacidad de alcanzar la felicidad.
El pensamiento contemporáneo no se entendería sin la aportación filosófica de grandes hombres. El escritor Fernando Savater es un filósofo actual notable… magnífico, diría yo. Pocos, como él, son capaces de explicar con sencillez y claridad la vida y obra de los principales pensadores que fueron fundamentales para estructurar la moral y la ética de Occidente (verbi gracia Platón y Aristóteles). El libro “La aventura de pensar” permite al lector disfrutar de un placentero viaje –descriptivo, simple y práctico- por la historia universal del pensamiento filosófico. Con su agudeza y precisión habituales, Savater describe el legado de los filósofos más importantes de la historia de la humanidad: Platón, Aristóteles, Kant, Hegel, Marx, Sartre, Nietzsche, Descartes, Unamuno, entre otros.
Concordamos con Savater cuando asegura que la filosofía no responde a una pedantería o a un esnobismo (exagerada admiración por todo lo que está de moda o se considera distinguido y elegante). La filosofía ha de nacer de las catástrofes personales. Es decir, a todos algún día nos pasa una cosa que nos convierte en filósofos: la muerte de una persona amada, el fracaso de un proyecto profesional, la derrota de una esperanza política. Al que le va todo bien, no ha terminado de ponerse a pensar nunca, porque no le hace falta: las cosas van como ruedas y no piensa. Pensamos cuando de pronto algo no funciona. Cuando algo nos despierta. Una pesadilla nos ayuda a pensar, entonces recurre a la filosofía el que está estremecido por un fracaso, por una derrota, por un horror.
La filosofía –sentencia Savater- es la herramienta que siempre nos permite, en definitiva, cuestionarnos. La filosofía es también la pretensión de que hay que crear un marco dentro del cual entre lo relevante y que de alguna manera sirva de muralla contra lo irrelevante, contra lo trivial, contra lo engañoso. El tamiz. El criterio.
Fernando Savater es un filósofo vigente, puntilloso, lúcido, polémico, necesario. En la actualidad pocos como él. Generalmente las mentes brillantes -personajes exitosos, que trascienden a su época y a su gente- son incomprendidos por la generación que les toca vivir. Sin embargo, a Fernando –aunque una vez separado de una institución superior española- se le reconoce su importante trabajo literario. Creemos que hay que aprovechar cada aportación que todavía tenga por hacer.
En suma, para entender mejor el espíritu de nuestro tiempo hay que acercarse a los filósofos de siempre, y esto es posible gracias a la mente lúcida de este gran escritor. “La aventura de pensar” es una obra que no debería faltar en ninguna biblioteca familiar de quienes degusten del acto reflexivo y aprecien la buena lectura.
En el PROTÁGORAS, Platón cuenta que Zeus envió a Hermes para repartir entre los hombres los fundamentos esenciales de la civilización: AIDÓS y DIKE. Zeus le indicó a su enviado: “Dales de mi parte una ley: que a quien no sea capaz de participar de AIDÓS y DIKE lo expulsen como a una enfermedad de la ciudad” AIDÓS es el pudor, el sentido moral, el respeto. DIKE es el recto sentido de la justicia. El KRATÓS, por otro lado, es la política, es la fuerza violenta que se impone avasalladoramente para asegurar la estabilidad jerárquica de la propia comunidad y la defensa o propósito de la conquista frente a las comunidades vecinas.
Aristóteles, en cambio, dice Savater, es un espíritu práctico, él se pregunta cuál es la finalidad que debe buscar el ser humano en el mundo. Más allá de los objetivos particulares de nuestra vida, ¿qué es lo que podemos aspirar a encontrar? Y se responde: es la felicidad lo que los seres humanos buscamos, y debe accederse a ella mediante la ética, que a su vez es una reflexión sobre la acción humana. Para alcanzar el estado de felicidad, Aristóteles dice que tenemos que intentar desarrollar virtudes, es decir, hábitos que nos dan fuerza, que nos ayudan a vivir mejor. Finalmente la virtud es lo que nos da fuerza frente a la debilidad, que es el vicio. La virtud es lo que aumenta nuestra fortaleza y por tanto nuestra capacidad de alcanzar la felicidad.
El pensamiento contemporáneo no se entendería sin la aportación filosófica de grandes hombres. El escritor Fernando Savater es un filósofo actual notable… magnífico, diría yo. Pocos, como él, son capaces de explicar con sencillez y claridad la vida y obra de los principales pensadores que fueron fundamentales para estructurar la moral y la ética de Occidente (verbi gracia Platón y Aristóteles). El libro “La aventura de pensar” permite al lector disfrutar de un placentero viaje –descriptivo, simple y práctico- por la historia universal del pensamiento filosófico. Con su agudeza y precisión habituales, Savater describe el legado de los filósofos más importantes de la historia de la humanidad: Platón, Aristóteles, Kant, Hegel, Marx, Sartre, Nietzsche, Descartes, Unamuno, entre otros.
Concordamos con Savater cuando asegura que la filosofía no responde a una pedantería o a un esnobismo (exagerada admiración por todo lo que está de moda o se considera distinguido y elegante). La filosofía ha de nacer de las catástrofes personales. Es decir, a todos algún día nos pasa una cosa que nos convierte en filósofos: la muerte de una persona amada, el fracaso de un proyecto profesional, la derrota de una esperanza política. Al que le va todo bien, no ha terminado de ponerse a pensar nunca, porque no le hace falta: las cosas van como ruedas y no piensa. Pensamos cuando de pronto algo no funciona. Cuando algo nos despierta. Una pesadilla nos ayuda a pensar, entonces recurre a la filosofía el que está estremecido por un fracaso, por una derrota, por un horror.
La filosofía –sentencia Savater- es la herramienta que siempre nos permite, en definitiva, cuestionarnos. La filosofía es también la pretensión de que hay que crear un marco dentro del cual entre lo relevante y que de alguna manera sirva de muralla contra lo irrelevante, contra lo trivial, contra lo engañoso. El tamiz. El criterio.
Fernando Savater es un filósofo vigente, puntilloso, lúcido, polémico, necesario. En la actualidad pocos como él. Generalmente las mentes brillantes -personajes exitosos, que trascienden a su época y a su gente- son incomprendidos por la generación que les toca vivir. Sin embargo, a Fernando –aunque una vez separado de una institución superior española- se le reconoce su importante trabajo literario. Creemos que hay que aprovechar cada aportación que todavía tenga por hacer.
En suma, para entender mejor el espíritu de nuestro tiempo hay que acercarse a los filósofos de siempre, y esto es posible gracias a la mente lúcida de este gran escritor. “La aventura de pensar” es una obra que no debería faltar en ninguna biblioteca familiar de quienes degusten del acto reflexivo y aprecien la buena lectura.
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