martes, 28 de abril de 2009

Flavio Ramón: METAFÍSICA... CRISTO, KARMA Y REENCARNACIÓN.

Con aprecio para Olivia Vázquez Apango.
Concuerdo con Juan Hessen, escritor del libro Teoría del conocimiento, cuando postula que el conocimiento puede ser entendido de diversas formas: como una contemplación, como una asimilación o como una creación. Es una contemplación, explica, porque conocer es ver; es una asimilación, porque es nutrirse; y es una creación porque es engendrar. Para el mundo griego, es una contemplación; para el mundo medieval, es una asimilación; y para el mundo moderno es una creación. Los tres representantes de estas concepciones son Platón, Santo Tomás de Aquino y Hegel, respectivamente. Por otro lado, el origen del conocimiento también puede ser entendido de otra manera. Para los racionalistas, por ejemplo, está en el espíritu humano, para los empiristas, en la experiencia, para los críticos, en un principio donde entra la razón y la experiencia.
En otras palabras, existen cuantos estudios del conocimiento como teorías que sustentan sus propios postulados. Engels, por ejemplo, concibe el conocimiento desde dos aristas: de acuerdo con la filosofía idealista y con la filosofía materialista (i.e. idea versus materia). La primera, considera trascendental a la conciencia y postula que la naturaleza es producto de una fuerza espiritual. En la segunda, lo primario es la materia, la naturaleza; se reconoce que el hombre tiene la facultad de acceder al mundo basado en la experiencia y el progreso científico.
Otro planteamiento sobre el conocimiento es el que presenta Carmen Santiago en su libro Metafísica, Un curso básico, que es una tendencia marcada hacia una teoría espiritual, hacia la conciencia… una filosofía apegada a la teoría del conocimiento ideal, es decir, desde el punto de vista divino.
El término metafísica, plantea Fernando Savater en La aventura de pensar, tiene sus orígenes con Teofrasto, quien al organizar la obra de Aristóteles toma algunos libros sobre temas que ubica después de los referidos a la física, y los llama “metá tá fisicá”, es decir “lo que viene después de la física”. Sin embargo, para Aristóteles, el gran científico e investigador, todo es realidad: lo físico, lo psicológico, lo político y lo metafísico. Él intentó abarcar todos estos ámbitos porque todos están conectados con la misma inquietud humana de asombrarse ante lo real, de buscar una explicación, de definir, de precisar, de convertir en concepto al mundo para habitarlo mejor.
Para Carmen Santiago, quien plantea una forma original de ver el mundo, el libro no sólo es un material de estudio -y de reflexión- sobre cómo entender el mundo, sino también un método para impartir un curso básico de metafísica: “El objetivo es llevar a los estudiantes a tomar conciencia de su Realidad Divina, su Alma o Cristo Interno, y motivarlos a que trabajen para lograr el contacto con esta realidad. Que descubran que el ‘Cielo’ es un estado de conciencia y puede manifestarse aquí en la tierra”, propone. “Lo que se persigue”, abunda, “es ocasionar un cambio interno en las personas, una forma de vivir más cónsona con la realidad espiritual”. La también autora de El Ángel Guardián, El decreto de cada día, Creando con la luna, Vitaminas de luz, Meditaciones de luna llena, y Cómo enfrentar la muerte, publicaciones también de sentido idealista-espiritual, busca “despertar el interés y el amor por el mundo espiritual, capaz de producir un cambio interno en las personas”.
Desde la primera lección, de veintidós, presenta su teoría metafísica partiendo de la siguiente reflexión: “Todos vamos a emprender un viaje, Todos dejaremos este plano, moriremos. Acumulamos muchas cosas que no podemos llevarnos (posesiones materiales, títulos, etc.); pero hay otras cosas que si podemos llevar. Las virtudes, la luz de las buenas acciones, pensamientos y sentimientos…¿Vale la pena sacrificar lo que nos podemos llevar? ¿Es inteligente hacer esto?”
¿Qué es, entonces, la virtud? Si el objetivo particular de nuestra vida, según Aristóteles, es la felicidad, y la ética, una reflexión sobre la acción humana en búsqueda de la libertad y la felicidad, tendríamos pues que intentar desarrollar las virtudes -que son los hábitos que nos dan fuerza, que nos ayudan a vivir mejor-. “La virtud es lo que nos da fuerza frente a la debilidad, que es el vicio. La virtud es lo que aumenta nuestra fortaleza y por tanto nuestra capacidad de alcanzar la felicidad”.
En la primera lección titulada CONTACTO CON LA VIDA –que no es sino la propuesta del génesis de la humanidad- explica que el ser humano es sólo un estadio de evolución y que es emanado de un dios, al que denomina de variadas maneras: el Gran Uno, el Logos, el Padre. Expone que en el principio de los tiempos el ser humano vivía en la Unidad Esencial y desde allí se comenzó una especie de descenso hacia la materia llamado “involución”. Precisa, además que dios tiene tres aspectos: voluntad, amor-sabiduría e inteligencia activa, o voluntad, sabiduría y amor; que equipara con la trilogía cristiana de padre, hijo y espíritu santo. Para que el hombre germinara, precisa Santiago, lanzó una plegaria que fue escuchada, afirma: “y llegaron al planeta unos seres luminosos, los Angeles Solares, trayendo el factor neutro, factor que permitió que el fuego del espíritu puro y el fuego por fricción de la materia hicieran contacto. Trajeron el fuego solar. Y así, Atma, Buddhi y Manas, por medio del fuego solar o Crístico, se revistió de un cuerpo físico, emocional y mental; y apareció el hombre sobre el planeta, compuesto por los tres fuegos cósmicos del universo: Espíritu, Alma y Cuerpo”.
Fernando Savater discrepando de los idealistas –como es el caso- señala que la filosofía se opone desde sus orígenes a las creencias religiosas tradicionales y busca explicaciones alternativas, de corte naturalista, a las leyendas sobrenaturales que versan sobre el origen y fundamento de la realidad. No sólo en un mundo físico, sino también en lo social. La justificación del poder, de las leyes, de los tabúes y de las costumbres que brindan los filósofos no apelan a dioses ni a genealogías heroicas sino a fuerzas políticas en conflicto y, en todo caso, a la necesidad de utilizar el temor para disuadir a los díscolos de conductas perturbadoras. La propia existencia de los dioses, añade Savater, ha sido negada o considerada irrelevante para el transcurso de los acontecimientos humanos, tal como sostuvo Epicuro
[1]: “somos los humanos quienes fabricamos dioses a nuestra imagen y semejanza, no al revés”.
En las lecciones posteriores la autora define el resto de su teoría -esotérica, espiritual y astral- mediante una serie de conceptos subjetivos que he resumido de la siguiente manera. A saber:
LA MENTE.- “Factor por el cual los hombres pueden llamarse hijos de dios y principal diferencia con los animales; de hecho se plantea que el hombre no pertenece al reino animal sino a otro reino superior: el reino humano, con las características del reino animal, pero con la gran diferencia de que el hombre piensa y el animal no”.
ALQUIMIA MENTAL.- “Especie de crítica al olvido de valores y sentimientos como el amor, la libertad, la bondad, la justicia, la verdad”.
CRISTO INTERNO Y LA PRESENCIA DEL YO SOY.– “El ser humano es de naturaleza dual: espiritual y material y ha perdido el rumbo satisfaciendo su naturaleza inferior (lo material)”.
KARMA Y REENCARNACIÓN.– “Existen siete cuerpos en el hombre, siete diferentes estados de conciencia, el cuerpo físico es sólo la mitad de uno de ellos, la muerte no nos cambia, simplemente nos quita uno de nuestros cuerpos. No es una sola vida sino muchas las reencarnaciones las que tenemos”.
EL CRISTO INTERNO COMO REALIDAD SOLAR.- “Toda enseñanza espiritual está destinada a enseñar al hombre un método para hacer contacto con su realidad divina, con su Cristo interno, esa parte del ser humano que es la luz, en donde están todas las respuestas a nuestras interrogantes, donde dios depositó las semillas divinas que, al germinar, harán del hombre un maestro de sabiduría, un superhombre. El sol es el símbolo perfecto de nuestra naturaleza superior, el modelo que nuestra madre naturaleza nos ofrece. Sí, el sol que sale todos los días, que siempre está en el cielo… que nos da luz y calor, la Naturaleza Crística del Universo, visible a los ojos del hombre. Es el gran símbolo que la Divinidad ha puesto en el cielo para que la humanidad se dé cuenta de su propia naturaleza de luz”.
LOS GRUPOS ESPIRITUALES EN LA NUEVA ERA.- “Cuando el hombre comienza a establecer contacto con su Cristo Interno, con su Naturaleza Superior, se da cuenta de que él pertenece a un todo mayor –la humanidad- y empieza a manifestar la conciencia grupal”.
EL PERDÓN.- “El perdón es el gran hacedor de paz. Cuando se sabe perdonar, se vive mejor. El perdón es como la escobita que va barriendo los obstáculos del miedo, va quitando los rencores, los resentimientos, el odio. Cuando perdonamos estamos emanando una energía de luz y de transmutación que beneficia no sólo a la persona a la que va dirigida sino a toda la humanidad”.
LOS SIETE RAYOS.- “Son las fuerzas creadoras del universo, las cualidades características de Dios. La Sabiduría Antigua afirma que existen Siete Grandes Rayos del Cosmos. En nuestro sistema solar sólo uno de estos grande Rayos está en actividad y sus siete subdivisiones constituyen los Siete Rayos a los que hacemos referencia. Estos Siete Rayos pueden describirse como los siete canales a través de los cuales fluye todo lo que existe en su sistema solar, las siete características predominantes o modificaciones de la vida, que no sólo se aplican a la humanidad, sino a todos los reinos”. En este apartado, se establece que, cada uno de los siete rayos conforman las diferentes manifestaciones del amor y se clasifican en diferentes colores.
LA LLAMA VIOLETA.- “Es una manifestación del Séptimo Rayo de la Divinidad, el rayo del Orden Ceremonial o Magia. El conocimiento de la llama violeta es ofrecido a la humanidad por el maestro SAINT GERMAIN, a través de su discípulo Guy Ballard, fundador de ‘La Actividad Yo Soy’ como herramienta más poderosa en los actuales momentos de transición”.
EL AURA HUMANA.- “Está compuesta de las emanaciones del vehículo etérico del hombre. Este vehículo es la contraparte energética y el molde del físico. Su función consiste en recibir impulsos de energía. En realidad, el cuerpo esotérico no es nada más que energía, compuesto por miríadas de hilos de fuerza o diminutas corrientes de energía, las cuales se relacionan con los cuerpos emocional y mental y con el alma. Encarna tres tipos de energía: la física, la astral y la mental. Se le conoce como el gran interrelacionador, porque conecta el cuerpo, las emociones y la mente. Esto forma una triple aura: de la salud, astral o emocional y mental”.
Para los escépticos, los conceptos señalados arriba, pudieran ser parte de una película de ciencia ficción. No obstante, si el conocimiento puede ser visto desde diferentes ángulos: el espiritual, el real, el experimental, el materialista o el idealista, entre otros, la teoría basada en las ciencias del espíritu de Carmen Santiago, podría ser una teoría que convence o no, pero que inevitablemente, merece el beneficio de la duda, para no entregarse al pánico de la cerrazón.
En suma, si lo que percibimos (la realidad) está condicionado por lo que somos capaces de comprender. Si la verdad se entiende de acuerdo con el cristal que se mira. Si entonces, todo es relativo -y personal-, cada uno entendería el mundo desde su propia óptica. Y puesto que el espíritu humano, la experiencia y la razón han caminado de la mano en el devenir de la humanidad buscando respuestas al por qué de las cosas, lo menos que debemos hacer es mantener una actitud abierta, respetuosa y de tolerancia hacia todas las teorías del conocimiento y aún más hacia quienes discrepen de nuestra propia ideología.
Pero, si vamos aún más allá de cualquier interpretación del universo. Para quienes, como otrora Karl Marx, opinan que no basta con interpretar los diversos pensamientos del mundo sino tratar de transformarlos para beneficio de todos, tendrían que comprender primero, que no se puede transformar la realidad sin antes haberla comprendido. Por algo habrá que empezar.

[1] Epicuro, filósofo griego, vivió entre el siglo IV y III a. C. Su filosofía culmina en una ética que apunta a evitar los diversos miedos que nos paralizan, que considera al mundo sensible como única realidad, y que aspira al desarrollo de la prudencia, que nos permite elegir y ordenar los placeres.
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REFERENCIAS
Hessen, J. Teoría del conocimiento.Ed. Porrúa. 1997.
Rosental, M. ¿Qué es la teoría marxista del conocimiento? Ed. Quinto sol. 2000.
Santiago, C. Metafísica. Un curso básico. Ed. C.S.G. 1997.
Savater, F. La aventura de pensar. Ed. DEBATE. 2008.
Fuentes electrónicas:
http://www.nuevopensamiento.com/libros.htm

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