Siempre la luz de las alturas vino…
¡Oh madre claridad, alma del orbe,
A cuyo beso de fulgor se inflaman
Con tembloroso anhelo,
Y rocían la sombra de brillantes
Las esferas errantes,
En infinita soledad del cielo!
Siempre la luz de las alturas vino…
Brotó siempre la sombra de la hondura…
Si vas por el camino
A través de la noche sin ventura,
Sigue la estrella azul de tu destino.
Erasmo Castellanos Quinto
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