Vivos y negros
ojos abiertos
en la seda
de tu faz.
Ahogados
simulados
apenas
depositarios
de las canicas
infantiles
de mi ensueño,
siempre húmedos,
siempre tristes…
más tristes
con la sonrisa
dibujada
de tu sueño.
Tus ojos son
-sin embargo-
cuando me miras,
fuego
en el juego
dilatado
de lo eterno.
Tus ojos
caen con fina
coquetería
y se abren
sonriendo de luz
con la luz
del día.
Dilatados ojos
que ven en la cuenca
de su fantasía
por una y última vez
los fantasmas
de la vida.
Vivos
negros
húmedos
ojos que ven...
Ojos que suspiran.
ojos abiertos
en la seda
de tu faz.
Ahogados
simulados
apenas
depositarios
de las canicas
infantiles
de mi ensueño,
siempre húmedos,
siempre tristes…
más tristes
con la sonrisa
dibujada
de tu sueño.
Tus ojos son
-sin embargo-
cuando me miras,
fuego
en el juego
dilatado
de lo eterno.
Tus ojos
caen con fina
coquetería
y se abren
sonriendo de luz
con la luz
del día.
Dilatados ojos
que ven en la cuenca
de su fantasía
por una y última vez
los fantasmas
de la vida.
Vivos
negros
húmedos
ojos que ven...
Ojos que suspiran.
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