miércoles, 24 de septiembre de 2008

José Antonio Durand Alcántara: COMENTARIOS SOBRE LA PELÍCULA “EL HOMBRE DE LA CÁMARA” DE DZIGA VERTOV


Al parecer, el peso de la ideología prevaleciente en la coyuntura socio política que se vive a finales de la década de los veinte del siglo recién concluido, particularmente en la entonces relativamente recién creada URSS, influye de manera determinante en la realización de esta película de Dziga Vertov, toda vez que este director asume un concepto consecuente con tal momento histórico al emitir una especie de crítica hacia el cine, digamos, tradicional: el que tiene como base una trama de ficción que en muchos casos se apoya en artificios fílmicos y que se desarrolla con actores representando una realidad deformada cuando no del todo inexistente.
Puede considerarse que uno de los soportes básicos en la construcción de un nuevo sistema social de componente marxista-leninista fue el concepto de “realidad” que interesó, desde luego, el ámbito de la creación artística en todas sus manifestaciones incluido evidentemente el del cinematógrafo del que se exigía una producción sin “maquillaje”, que permitiera la toma de conciencia respecto a determinadas situaciones evidenciadas a través de la cámara pretendidamente imparcial que buscaría dar fe de la “realidad total” sin reservas ni tendencias.
Así, con el autoencargo de ofrecer a la nueva sociedad socialista y al mundo en general un concepto diferente de cine sin retoque que, en oposición a las películas “decadentes” del sistema capitalista -basado en la propiedad privada sobre los medios de producción y en la explotación del hombre por el hombre-, presentara al espectador “la realidad” sin mediación alguna de los tradicionales filtros y vicios en los que supuestamente incurrían los filmes hasta entonces producidos fundamentalmente por Holywood, Dziga Vertov realiza la sorprendente película que ahora nos ocupa.
Con este propósito, hoy día necesariamente considerado en espacios académicos como ingenuo en extremo, Dziga Vertov presenta aspectos muy variados y por demás ricos de la vida cotidiana de una gran ciudad socialista (¿Moscú? ¿Leningrado?) en una especie de catarata de imágenes que no obstante su diversidad, establecen una estética plena e integral bastante lejana al caos que pudiera suponerse dada la enorme cantidad de fotos y de motivos filmados al parecer sin un orden expreso.
Resulta pues una propuesta rítmica y sumamente plástica que posibilita al espectador el disfrute total del arte de Vertov despojado de su interés político de “concienciar de las masas”. La película rebasa y se rebela a toda pretensión ideologizante, pues, como se sabe, el arte no admite ideología.
Las imágenes captadas por Vertov muestran a un camarógrafo en persecución constante de imágenes provenientes de la rutina de trabajo y algunas escenas que enseñan costumbres propias de esa naciente sociedad socialista.
A través de la lente del genio de Vertov vemos inicialmente a un grupo de músicos que integran una orquesta que se dispone a ofrecer la sinfonía que estamos por presenciar: butacas que se abaten, gente entrando a una gran sala de cine; luz en faroles; foto fija que congela diversos motivos; árboles movidos por el viento; niños indigentes que duermen en la calle; escenas de fachadas de casas y edificios; el cunero de un hospital lleno de niños recién nacidos; ventanas y detalles de arquitectura diversa que delinean formas geométricas con obsesiva precisión. Elementos visuales ofrecidos para la creación de metáforas y elipsis poéticas
Jardines, kioscos, bancas, monumentos, rostros de bellas mujeres que pueden o no ser modelos o actrices, panorámica amplia de la ciudad tomada desde gran altura. El teclado de una máquina de escribir, teléfonos y otros aparatos; engranajes que se unen en movimiento perpetuo; camarógrafo que sube y baja de un auto para lograr sus estimulantes tomas.
Puertas de casas y edificios, auto corriendo por la calle; palomas, perros y gatos; insistente vía de ferrocarril y, por otra parte, vías de tranvías. Una mujer que se ajusta las medias y se viste ante la cámara indiscreta y aun morbosa..
Un ojo humano que se abre y se cierra pestañeando en la parte central de la lente de una cámara de cine que da de frente con el espectador, de tan peculiar como fascinante película; un avión en vuelo y otro al despegar; toca su turno a la torre metálica de incontables escalones escalada por el intrépido hombre de la cámara en busca de la imagen adecuada a la perspectiva de más y más altura.
Costureras ante a sus máquinas de coser. Máquinas y más máquinas de todo tipo trabajando sin cesar; un mecánico aceitando tales aparatos. Carretas... el camarógrafo ahora se ha puesto “pecho tierra” buscado el ángulo perfecto; otra vez el temerario camarógrafo retando a la escena, pero ahora en búsqueda de las alturas con su cámara en la espalda.
Imágenes congeladas de fotografía fija; imágenes en cámara lenta, en cámara rápida; en empalmes cóncavos y convexos. El camarógrafo exponiendo su vida bajo las ruedas de un tren.
La mesa de edición y las tijeras. La toma al piso para captar solo las sombras de incansables transeúntes que cruzan una puerta giratoria de cualquier edificio moderno.
Nuevamente el audaz hombre de la cámara viaja en automóvil correteando ya al camión de bomberos, ya a la ambulancia de la cruz roja que acaba de recogen a un herido, ya a la patrulla de policía.
Feria de imágenes que enfatizan la actividad productiva de un grupo de obreras que empaca cigarrillos, o de telefonistas, o de mecanógrafas, o de obreros de la construcción a mitad de la jornada.
Ritmo y poesía del elemento fundamental del cine que hace del sentido lúdico del movimiento un juego de estampas eternas que dan testimonio no de una sociedad equitativa, donde las diferencias de clase se suprimen en la demagogia de una inexistente justicia social, pero sí de las posibilidades inmensas del arte de la fotografía y del objetivo de la cámara cuando ésta es dirigida con la maestría que nos regala Dziga Vertov.
Agosto de 2008.
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JOSÉ ANTONIO DURAND ALCÁNTARA. FES ZARAGOZA.
UNAM

1 comentario:

Anónimo dijo...

...please where can I buy a unicorn?